Croquetas de pollo y jamón sin gluten.

Una de nuestras joyas gastronómicas, indiscutiblemente en lo más alto del pódium mundial culinario, y que yo venero sobre todas las demás, son las croquetas de pollo y jamón serrano. Nos viene directamente de la rama de la reutilización de las sobras y en la que nos podemos encontrar platos únicos y especiales como este.

Sí, esas que al recordarlas se materializa en lo más profundo de nuestra mente a la abuela con el delantal de flores, sujetando una fuente de crujientes y humeantes croquetas con una sonrisa y pellizcándote en el moflete te recomienda que comas todas las que quieras o te quedaras sin fuerzas. Esas que ya no pruebas porque en las grandes multinacionales de la comida no han llegado a acercarse, ni de cerca, al sabor y textura de una croqueta crujiente casera, por mucho que lo pongan en letras grandes en su colorida bolsa. No somos conscientes de las veces en las que nos sobra pollo al horno, de puchero o de cualquier otra forma y que, o nos entra pereza o no caemos en la cuenta de que podemos reutilizarlo en esta suculenta obra maestra.

Y no, esta que os presentamos no tienen gluten y aun así, sigue igual de sabrosa y con un crujiente que crepitara en vuestra paladar a cada bocado.

Para tener croquetas para una buena temporada necesitaremos:

  • 325 g de pollo.
  • 150 g de jamón curado.
  • 50g de mantequilla.
  • 120 g de cebolla.
  • 650 ml de leche.
  • 50g de maicena.
  • Una pizca de sal.

 En una sartén u olla de capacidad grande incorporamos la mantequilla a fuego medio, cuando esté fundida pochamos en ella la cebolla con una pizca de sal, cuando esté dorada añadimos el pollo tan desmenuzado como nuestro paladar exija, muy picado si queremos una masa suave y algo menos si nos gusta masticar el pollo. Le damos varias vueltas y añadimos el jamón más picado que el pollo, según gustos.

Una vez le hemos dado unas cuantas vueltas a todo mezclamos la maicena con nuestro pollo, le damos unas vueltas más y añadimos poco a poco toda la leche.

El verdadero truco de una besamel bien compacta y espesa es esperar el tiempo justo a que nuestra masa espese, no tengas prisa, no dejes de dar vueltas hasta que notes como cuesta mover la cuchara entre la masa, la masa parece que te quiere seguir en los giros y, en ese punto, lo sacamos del fuego a una bandeja ancha para dejarlo enfriar en la nevera unas horas.

Una vez fría y dura nuestra masa toca hacer las croquetas con:

  • Un par de huevos grandes.
  • Rebozado crujiente sin gluten (Crunchy Crumbs de esgir).

Sacaremos con una cuchara pequeñas porciones de nuestra masa, a la que daremos la forma peculiar de minion antes de pasarla por el huevo, también le puedes dar forma de bola. Una vez bien pasade por nuestro huevo batido, la rebozamos por el crujiente sin gluten, si no tienes de la marca que hemos usado se puede sustituir por copos de maíz sin gluten y triturarlos bien en una batidora, es casi lo mismo. Una vez las tenemos todas rebozadas, apartamos las que tengamos previstas usar ese día y las otras las congelamos. Cada capa separada con papel de film para que no se peguen, y así las tendremos listas para cualquier momento u ocasión.

Se fríen en abundante aceite de girasol hasta que la capa de las croquetas adquiera un intenso color marrón y nuestras croquetas estarán listas para desaparecer de la mesa y ser rápidos si estáis acompañados que volarán.

Espero vuestros comentarios, que busquéis alimentos gluten free y que nuestra lucha os haga más libres.

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